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Mi paso por las Winterol 2015 (y quedada de Cthulhu á feira)

08/01/2016, Bastión Rolero

Los pasados días 19 y 20 de diciembre se celebró en A Coruña las jornadas Winterol organizadas por la Asociación Cultural Draco que se hizo coincidir además con la quedada mensual del grupo de roleros gallegos Cthulhu á feira.

La quedada

Por la mañana nos reunimos en el local de la asociación Draco para charlar animadamente sobre el panorama rolero nacional, contando además con un asistente de lujo, Tiberio, fundador y socio de la editorial HT Publishers que, para dejaros con los dientes largos, nos comentó sobre el futuro de esta editorial y sus pequeños grandes pasos editoriales. También vino un chico muy majo a vendernos su novela; sí, hablo de Roberto Alhambra.

Comimos juntos y fuimos a la tarde al Espazo de Iniciativas Xuvenís (EIX) donde iniciaba las jornadas. No éramos muchos intencionadamente, porque el número de sillas era limitado. Que conste que cuando aquello se llena, es un pasote.

Las jornadas

El EIX está situado en el paseo marítimo de A Coruña, típico lugar que gran parte de los gallegos conocemos por haber visitado alguna vez de niños el Domus. La gracia de mencionar el lugar es que casualmente el EIX está en la Calle Matadero número 69, que vamos, para unas jornadas roleras sólo le hace falta que el código postal sea 66666.

Como ya dije, éramos pocos y la jornada (el sábado, porque el domingo no estuve) sufrió bajas por lo que el bueno de Sergio nos dirigió una partida de improviso a Lamentations of the Flame Princess, que viene a ser un retroclón de D&D pero con una muchacha pelirroja en la portada (en realidad la diferencia es mayor: funcionamiento de las habilidades especiales unificado entre otros).

Lamentations of the Gingerbread Princess

Sergio Cotelo nos dirigió la aventura llamada Lamentations of the Gingerbread Princess, la aventura más rara a la que he jugado nunca y quizás de las que guardaré mejores recuerdos. Mi personaje (llamada Silvis) era una halfling fea con una curiosa habilidad llamada "bushcraft" (bush es arbusto, háganse una idea) que básicamente usaba para intentar camuflarse entre arbustos pero que al fallar reducía la situación al absurdo.

Portada de Lamentations of the Gingerbread Princess.

Todo comenzaba con un encargo del rey que había expulsado a los halflings del pueblo porque se los consideraba responsables de varios robos, pero días después, este rey se daba cuenta de que eran los halfling los que araban la tierra y por tanto, que había metido la pata, por lo cual contrataba a los PJs para que los trajeran de vuelta.

Siguiendo los rastros de los halflings (y Silvis "oliendo" el rastro) los personajes llegaron a su campamento, que estaba totalmente vacío, lo cual nos hizo sospechar. Continuamos hasta un seto mágico que nos llevó a un universo también mágico de hadas y duendes.

Una duende borracha que vomitaba arcoiris y purpurina parecía enfadada con los halflings porque una pequeña le había robado su "deseo". ¿Deseo? Sí, porque cada X años se podía pedir un deseo. Eso sin duda nos hizo pensar y responsabilizar de la desaparición de los halflings a esa "misteriosa pequeña".

Los personajes, Silvis, la bruja que viajaba en escoba (interpretada por Roberto Alhambra Bayo), la guerrera anciana y el arquero malvestido, siguieron las indicaciones de la duende alcohólica hasta llegar a un molino de chocolate y toffee que producía azúcar aprovechando la energía cinética de las aspas accionadas por un río de leche y miel. Siguiendo el río, llegamos al pueblo.

En el pueblo estaban los halflings que por alguna razón estaban "totalmente felices" y sonriendo. Al interrogar a uno, empezó a llorar explicando que no, no son para nada felices, llamando la atención a los soldados ositos de peluche que lo condenaron por no ser feliz en un ritual donde cantaban, si mal no recuerdo, la canción de la felicidad. El ritual consistía en que los halfling, cogidos de la mano alrededor de un bastoncillo de caramelo cantasen mientras unas hadas situaron al "infeliz" sobre este bastoncillo que lo atravesó matándolo y llenando todo de sangre. Los intestinos del mismo hicieron de lazo para el baile y celebración. ¿A qué ahora nadie se atreve a mostrar infelicidad?

En el pueblo había una torre donde estaba la reina y por lo que investigamos, la niña que había robado el deseo (y por lo que nos pareció obvio, responsable de todo aquello). Para hacer salir a la reina y poder acercarnos a ella (nuestra intención era matarla, que somos un poco brutos) nos hicimos pasar por un circo ambulante.

La reina nos invitó a la torre, en una especie de realidad mágica donde todo era más sobrio y lúgubre, donde fuimos recibidos por un osito gigante de peluche tontorrón y agresivo que gritaba "Botones". Enfrentándose a él, Silvis murió aplastada contra el suelo; creo que es la primera y última vez que en una partida de rol me aplasta y asesina un osito gigante de cuatro metros.

Uno de los PJs (no recuerdo cual) esquivó al enemigo y empezó a subir las escaleras mientras que los demás siguieron luchando contra el osito gigante y la bruja. Esta, cómicamente interpretada, intentaba atizar al osito con su escoba y con la espada que estaba resguardada en ella, hasta que comentamos que con un poco de fuego el osito sería pan comido.

El osito ardió y los PJs continuaron su camino. En lo alto de la torre se enfrentaron con la hada que había concedido el deseo y que dejaron medio muerta (no quería reconocer que los halflings no eran felices y no dejó otra opción). En la habitación contigua encontraron dos velas, que al soplar podría concederles cualquier deseo.

Soplaron la primera vela sin darse cuenta de ello y en la siguiente, en vez de pedir un deseo, como buenos gallegos, pidieron que cada PJ tuviese bajo el brazo una botella de licor café. Tras las carcajadas resultantes, se les ocurrió, para arreglar la cagada monumental que habían hecho, encender de nuevo las velas. Si es que somos gallegos, ¿qué esperáis? Por supuesto, no conseguimos deseos extra o una posible resurrección para Silvis. Como la estancia de las velas parecía estar en medio del espacio, arrojaron con una cuerda al hada que se estampó contra el suelo, ¡la sala era simplemente una ilusión! pero el tortazo que se pegó la hada, no, ese era totalmente real.

Continuaron visitando las estancias y encontraron la habitación de la niña, que estaba drogada, por lo que no podía pedir que se invirtiera el deseo. La última estancia era una biblioteca donde estaba el registro de los deseos, en él estaba el de la niña "Deseo que todos sean felices mientras yo viva".

Conclusión: cargarse a la niña.

Efectivamente, la solución era válida y tras asesinar a la niña, todo volvió a la normalidad.

El director de juego nos explicó que había varios finales para la historia: pedir el deseo correctamente, convencer al hada de que devolviese a los halflings, matar al hada... Y el peor final de los posibles era cargarse a la niña, si es que fueron (y fuimos, que yo seguía en la mesa aunque sin PJ) unos cazurros.

En general fue una partida extraña, gore y tremendamente divertida. Se nos fue bastante la pinza y disfrutamos muchísimo de Lamentations of the Gingerbread Princess. Podéis encontrar la aventura en DrivetroughRPG al precio de 4$, y si queréis ver más opiniones os dejamos un par de reseñas por parte de los chicos de Phlogiston Books: la primera en Siempre ha habido clases de Jose Masaga y la segunda en Petrificación o Polimorfia de Velasco Polimorfado.

Star Wars y el día después

Una vez que nos echaron del EIX (se terminaba la jornada sobre las 22h) fuimos a cenar y posteriormente -los que quedamos- disfrutamos a la una de la mañana de Star Wars: El despertar de la fuerza en 3D. Sin hacer destripes: a mi me encantó, dejando a un lado la lógica y todo eso, claro. Entre que salimos del cine a las tres y que nos pusimos a comentar la película después, nos acostamos muy tarde.

Al día siguiente, agotada, la gente se fue yendo a sus casas. Lo malo de celebrar las jornadas en estas fechas es que siendo de tarde no nos podíamos quedar ninguno: todos queríamos ir a votar. Así que para nosotros la jornada sólo duró el sábado. Poco rol esta vez. Las jornadas Winterol duraron poco en general para nuestra cuadrilla de Cthulhu á feira, pero fue bien aprovechada con una partida desternillante y la película en Star Wars. Con eso, ya ha valido la pena ir, sin duda.