Kids on bikes: breve reseña e impresiones
05/10/2020, Guía de la rolera galáctica
Conozco Kids on bikes gracias a mi amiga Jenni. Nos está dirigiendo una campaña muy chula de su propia cosecha además de habernos dirigido varios hilarantes oneshots (¡este miércoles vuelvo a interpretar a mi Juana Cobra!). El juego es simple hasta decir basta, pero la propuesta es muy sólida y funciona todo a la perfección. Lo más parecido a la experiencia de Kids on bikes sería jugar a Nuestro Último Verano y creo que ambos se complementan.
He visto hace unos días en la página de Tesoros de la marca (¡mi vendedor de confianza!) una oferta para comprarlo y no quise pasar la oportunidad. El manual es ligero y pequeño (112 páginas, tamaño ligeramente superior a A5), me decepcionó un poco por ello, ya que nunca lo había visto en la mano y pensaba que eran muchas más páginas. Igualmente, no las necesita, y entiendo que el valor del producto reside en el mimo con el cual ha sido editado. Por otra parte, me alegro de no mecenarlo, porque la gente lleva un año esperando a recibirlo y ¡todavía no han entregado tampoco los "extras" de la campaña de Verkami!
Además, me ha salido cara la maniobra, menos mal que tengo dinero para rol y este año he gastado poquito, así que me duele menos. Al no comprarlo en campaña, el pack básico + aventuras me salió casi por 30 euros. Como voy a sacarle partido, o al menos considero que ya le he sacado partido como jugadora, pues oye, no me importa tanto y puedo vivir con ello.
Valorando también su interior, considero que debiera ser de lectura obligatoria para la comunidad del rol (o del boniato rolero, según como de jocoso consideras este término o forma de nombrar el colectivo), ya que explica con mucha sencillez el cómo tener personajes no neurotípicos y personajes con diversidades funcionales. Además lo trata con mucha naturalidad y no lo impone, por lo que la lectura es también amigable para los grupos de juego más conservadores.
Al tratarse de un juego de creación colaborativa, considero muy positivo que también sea consensual cuestiones raciales de tal forma que todos puedan interpretar propuestas menos normativas o políticamente correctas (a pesar de que nos quieran vender lo contrario, los que se creen políticamente incorrectos en las redes, suelen servir al establishment). Me gusta especialmente la frase: "Si damos por hecho que en el pueblo pueden ocurrir fenómenos paranormales con regularidad, entonces en una ciudad minera de la década de los 50 puede que acepten a todo el mundo".
Como a esta entrada la he llamado "breve reseña" y entendéis mucho que esto implica un resumen del contenido y mecánicas para haceros una idea de donde meter los dineros, os comento. El juego es muy narrativo, teniendo solamente estas características: evasión, músculo, agallas, pelea, cerebro y encanto. Se puntúan de d20 a d4 según arquetipo del personaje, arquetipo que tiene sus propias virtudes y defectos. La dificultad media de las acciones oscila entre 3 y 9, siendo la dificultad máxima un 20. Se puede obtener esos valores con tiradas abiertas (los "dados explotan" es una explicación que entenderán los fans de Savage Worlds).
Las aventuras que se juegan no son al uso, sino que parecen más los escenarios de juegos pbta, te dan toda la información que necesitas para que los personajes jueguen en un pueblo en el que viven y existen rumores y localizaciones donde desarrollar las aventuras, que son improvisadas. En el manual de Strange adventure! vol. 1 que viene en el pack que compré hay maravillas como "Problemas en Talkeetna".
El juego no parece pensado para campañas, al menos si esperéis que haya una mejora tradicional de los personajes, pero lo cierto es que por experiencia, se pueden hacer. Los oneshots funcionan de maravilla y es una propuesta que sale fortalecida de cara a sesiones en jornadas o para retransmitir en redes.
Esto es todo, no hay mucho más que se me ocurra decir, salvo que Kids on bikes es una de las mejores cosas que me llevo del servidor de Discord de mi querida Ludorussafa. Un juego que no esperaba jugar, ni me atraía, y ahora es mi cita semanal obligatoria.